La prevención del consumo de drogas en España: presente y futuro
La prevención del consumo de drogas en España: presente y futuro
Elisardo Becoña Iglesias
La prevención del consumo de drogas en España comenzó en los años 70-80 del siglo XX. En pocos años dicha prevención adquiere un gran desarrollo e interés social por ser consideradas las drogas en ese momento (años 70) el tercer problema social, después del paro y del terrorismo, llegando en algún momento a ser el segundo (años 90). En esos años había un grave problema con el consumo de heroína. Ello llevó a la creación de la extensa red de tratamiento de drogas en España. También, el consumo de alcohol y tabaco eran muy importantes en ese momento. Aun así, en aquel momento, como ahora, la prevención del consumo de drogas ha ido detrás del tratamiento, con menos recursos, menor implantación y menor estabilidad de los programas y de los profesionales que trabajan en prevención. Nos cuesta culturalmente tener una clara actitud y conducta preventiva, aunque hemos avanzado en este tema en las últimas décadas.
En esta presentación se analiza la situación actual de la prevención del consumo de drogas en España. Se indican los distintos tipos de programas que están implantados (universales, selectivos e indicados) en los principales contextos preventivos (ambiental, comunitario, familiar, escolar y otros), para drogas legales e ilegales, junto con la cobertura, evaluación de los programas, diseminación, formación, etc. Se insiste en la necesidad de diferenciar lo que es prevención de lo que no lo es –tema sobre el que llevamos varias décadas discutiendo- y de apostar por una "prevención basada en la evidencia". Se dedicará una atención especial a los programas bien establecidos.
El análisis de la situación actual de la prevención del consumo de drogas en España nos permite sugerir algunas líneas de futuro, tanto en lo que atañe a las sustancias que hay que priorizar en la prevención, como a los grupos específicos a los que hay que aplicarla, cuáles son los mejores programas preventivos que deben aplicarse, la necesidad de la formación de los profesionales que trabajan en este campo, la necesaria financiación de los programas y que éstos se mantengan a lo largo del tiempo. También la necesidad de prevenir las adicciones comportamentales, estar atentos a los rápidos cambios que se están dando en relación a la difusión de nuevas drogas, y los cambios que producen el uso de las nuevas tecnologías (ej., información, compra, grupos pro-consumo, etc.).
Se concluye insistiendo en la relevancia que tiene la prevención en las sociedades desarrolladas, tanto para éste como para otros problemas sociales, y en el hecho bien demostrado de que la prevención no sólo es eficaz sino que también es eficiente. Pero su mayor o menor implantación depende de cada sociedad concreta y de la priorización de las medidas preventivas que quiere aplicar. Ello se operativiza, en la práctica, en el presupuesto que dedica cada país a la prevención del consumo de drogas. De un modo u otro, la prevención del consumo de drogas será un tema que seguirá estando en la agenda social de los próximos años.
Elisardo Becoña
Elisardo Becoña Iglesias Catedrático de Psicología Clínica en el Departamento de Psicología Clínica y Psicobiología, Facultad de Psicología, Universidad de Santiago de Compostela. Dirige la Unidad de Tabaquismo y Trastornos Adictivos de su universidad. Entre sus libros destacan: Programa para dejar de fumar (1993, 2007), Bases científicas de la prevención de las drogodependencias (2002), De la prevención y otras historias. Historia y evolución de la prevención del consumo de drogas en América Latina y en Europa (2015) y Trastornos adictivos (2016).
Azucena García Palacios
Universitat Jaume I de Castellón
Tratamiento de los trastornos emocionales con el apoyo de Internet. Posibilidades y barreras
Tratamiento de los trastornos emocionales con el apoyo de Internet. Posibilidades y barreras
Azucena García Palacios
Los trastornos emocionales (trastornos depresivos y trastornos de ansiedad) son altamente prevalentes y provocan una alta interferencia y malestar en las personas que los sufren. Afortunadamente, disponemos de tratamientos psicológicos empíricamente validados y los pacientes que los reciben mejoran significativamente. Sin embargo, pese a los buenos datos, existen barreras importantes en la accesibilidad de los tratamientos. Los servicios de salud pública, atención primaria y atención especializada no pueden responder a la demanda de tratamiento dada la alta prevalencia de los trastornos emocionales. Por otra parte, la formación de los profesionales en tratamientos basados en la evidencia es costosa. En definitiva, tenemos excelentes tratamientos, pero no llegan a las personas que los necesitan de forma óptima.
Para dar respuesta a este problema una de las alternativas propuestas es el tratamiento psicológico con apoyo de Internet. El avance de la tecnología nos proporciona la posibilidad de administrar los contenidos clínicos por medio de Internet. Las personas pueden recibir el tratamiento en sus propias casas, en su contexto natural. Además, la administración puede tener distintos formatos, dependiendo de las necesidades del paciente, de forma autoaplicada con apoyo telefónico, combinando sesiones presenciales con el tratamiento online, o utilizando el programa online como tarea para casa y/o en los periodos de seguimiento. La investigación sobre la eficacia de esta forma de administrar los tratamientos psicológicos informa de muy buenos datos de eficacia y eficiencia para los trastornos emocionales en distintas partes del mundo. En este momento, comprobada ya la eficacia, se están estudiando las formas de implementación real de los tratamientos online en los sistemas de salud. En este trabajo realizamos una revisión del estado del arte de esta línea de investigación, destacando los objetivos alcanzados, las barreras encontradas y las líneas futuras a investigar para poder disponer de estas herramientas en la práctica clínica diaria de los trastornos emocionales.
Azucena García Palacios
La Dra Azucena García Palacios es Profesora Titular de Psicopatología en la Universitat Jaume I. Sus líneas principales de investigación se centran en el estudio de la utilidad de distintas tecnologías (realidad virtual, Internet, Apps) en la evaluación y tratamiento de distintos trastornos psicológicos, entre los que destacan los trastornos emocionales y los trastornos de la personalidad y trastornos médicos como el dolor crónico. La Dra García es autora de más de 80 artículos científicos y ha participado en más de 5 proyectos de investigación financiados por la Unión Europea e instituciones nacionales.
Antonio Cano
Universidad Complutense de Madrid
Prevención y promoción de la salud física y mental: estrés y emociones
Prevención y promoción de la salud física y mental: estrés y emociones
Antonio Cano Vindel
Niveles moderados de estrés nos ayudan a dinamizar nuestra conducta y pueden provocar emociones positivas y bienestar. Por lo general, niveles altos y sostenidos tanto de estrés como de las emociones negativas que le acompañan, tienden a provocar malestar, ponernos en alerta, dotarnos de mayor capacidad para procesar más rápidamente la información, así como a aumentar las respuestas fisiológicas de inquietud, alerta y de afrontamiento conductual. Pero, cuando este cuadro se hace más intenso y crónico, las reacciones emocionales y del estrés se tornan excesivas y desadaptadas, lo que puede iniciar un proceso de aprendizaje que lleve al desarrollo de trastornos emocionales y de la salud física.
El proceso es recursivo, de manera que los problemas emocionales nos producen distorsiones cognitivas que son las que generan un aumento importante en los niveles de ansiedad, de ira o de tristeza, que a su vez incrementan las distorsiones cognitivas. Se abre así un proceso en forma de espiral creciente, en el que van aumentando las distorsiones cognitivas y los síntomas emocionales. Este proceso sirve para explicar tanto el incremento de la intensidad de las respuestas emocionales, como el desarrollo de trastornos emocionales o trastornos mentales comunes. Además, puede desarrollar el aprendizaje de hábitos no saludables.
Todo ello, a su vez, tenderá a provocar que intentemos regular nuestro estado emocional, con el fin de reducir ese malestar psicológico, o la alta activación fisiológica, o aminorar los problemas de afrontamiento emocional. Sin embargo, estos intentos de regulación emocional, si no son correctos, pueden provocar el efecto contrario al que se pretendía.
Si se conocen estos principios, que han sido investigados a nivel experimental en el laboratorio, con medidas objetivas, y a nivel clínico, con autoinformes, y gozan de buena evidencia, entonces se tendrán buenas herramientas para ayudar a los pacientes, cuando estén atravesando una época difícil o estresante, a prevenir futuros trastornos emocionales. Análogamente, se podrá hacer promoción de la salud, si se difunde esta información entre todas las personas que un día puedan entrar en un proceso de aprendizaje emocional que podría llevar al desarrollo de trastornos emocionales.
Cuando hacemos una sesión informativa e interactiva, explicamos todo esto a un paciente que comienza a desarrollar síntomas emocionales, puede ser que sea suficiente para revertir los procesos que se estaban comenzando a desarrollar. Una gran tarea de prevención.
También se puede hacer promoción de la salud mental con personas que no están atravesando un momento difícil, pero son receptivos y están motivados para aprender. Recomendar lecturas, como las que se pueden encontrar en la Web de Bienestar Emocional desarrollada por la SEAS en el sitio del Ministerio de Sanidad, puede ser muy útil para que la población general adquiera herramientas de promoción de la salud, como son la información, los tests de autoevaluación, sugerencias para iniciar procesos de aprendizaje de nuevos hábitos, una sesión grabada de entrenamiento en relajación, etc.
Antonio Cano
El Dr. Antonio Cano Vindel es psicólogo especialista en psicología clínica, catedrático de la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS), editor y director de la revista Ansiedad y Estrés, director del grupo de investigación Cognición, Emoción y Salud de la UCM, e investigador principal del ensayo clínico PsicAP (Psicología en Atención Primaria).
Virginia Barber
Correctional Health Services - NYC Health + Hospitals y New York University
Trastorno Antisocial de la Personalidad: Diagnostico Psiquiátrico o Constructo Social? Diferencias con la Psicopatía y el Trastorno por Estrés Postraumático Complejo
Trastorno Antisocial de la Personalidad: Diagnostico Psiquiátrico o Constructo Social? Diferencias con la Psicopatía y el Trastorno por Estrés Postraumático Complejo
Virginia Barber Rioja
La Asociación Americana de Psiquiatría introdujo por primera vez en 1968 el “trastorno de personalidad de tipo antisocial” en la segunda edición del manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales (DSM). Este trastorno fue criticado por centrarse en aspectos subjetivos y difíciles de medir, como la falta de remordimiento, la superficialidad o la frialdad. Como resultado, el diagnóstico fue revisado varias veces, hasta convertirse en el trastorno antisocial de la personalidad (TAP), publicado en 1980 en la tercera edición del DSM. Este trastorno no ha sido modificado en ninguna de las tres revisiones posteriores del manual. El TAP, a diferencia del trastorno de personalidad psicopática, se centra en aspectos relacionados mayormente con el comportamiento y no con las emociones, definiéndose como un “patrón persistente de desprecio y violación de los derechos de los demás que comienza en la infancia o al principio de la adolescencia y continua en la edad adulta”. La prevalencia de este trastorno se calcula que es de entre el 1 y el 4 por ciento en población general. Sin embargo, se diagnostica con mucha más frecuencia en el ámbito forense y penitenciario. Algunos estudios realizados con internos en prisiones norteamericanas han calculado la prevalencia entre el 40 y el 70 por ciento, muy por encima de la prevalencia del trastorno de personalidad psicopática (Hare, 1991). Sin embargo, la utilidad clínica y forense de este trastorno, así como su fiabilidad, son cuestionables. Por un lado, la fiabilidad interevaluador de este diagnóstico es muy baja; algunos estudios de campo han indicado que está por debajo del 0.25 (Freedman et al., 2013). Por otro lado, el diagnóstico de TAP por sí solo no permite diferenciar que personas con este trastorno tienen rasgos de personalidad psicopática (un concepto con clara utilidad clínica tanto en el ámbito forense como penitenciario), y tampoco permite distinguir a distintos tipos de personas con rasgos psicopáticos. Además, la prevalencia de exposición al maltrato infantil y trauma repetido en población penitenciaria es también muy elevada, y a menudo los síntomas del Trastorno por Estrés Post Traumático Complejo se confunden con el TAP. En el ámbito de la psicología penitenciaria, a menudo se utiliza el argumento de que TAP ayuda a identificar internos que puedan presentar comportamientos violentos durante la encarcelación. Sin embargo, este argumento no está apoyado científicamente (Edens et al. 2015). Finalmente, la APA (2013) ha establecido que “la prevalencia más alta del trastorno de la personalidad antisocial (superior al 70%) se encuentra entre la mayoría de las muestras de varones con trastorno por consumo de alcohol grave y en las muestras extraídas de las clínicas de tratamiento de abuso de sustancias, de los centros penitenciarios o del ámbito forense” También establece que, “la prevalencia es mayor en las muestras afectadas por factores como la adversidad socioeconómica (esto es, la pobreza) o la sociocultural (esto es, la emigración)”. La alta prevalencia de este trastorno en grupos desfavorecidos obliga a cuestionarse hasta qué punto el TAP es un trastorno psiquiátrico y no un constructo social.
Virginia Barber
Virginia Barber Rioja, Ph.D es doctora en psicología forense por la universidad John Jay College of Criminal Justice. Actualmente es directora clínica de salud mental de las cárceles de Nueva York, incluyendo Rikers Island (Correctional Health Services/NYC Health + Hospitals) y profesora de psicología forense en New York University (NYU). En esta ciudad ha trabajado en la unidad de psiquiatría forense de máxima seguridad del hospital Bellevue y ha sido directora clínica de varios juzgados de salud mental creados dentro del marco de la Justicia Terapéutica. Además, ha asesora en la mejora de los servicios de salud mental de las cárceles de menores de Puerto Rico y ha impartido cursos formativos a la policía de Nueva York y a la judicatura. Es autora del libro “Mas allá del bien y del mal: Experiencias de una psicóloga forense” publicado por la editorial Debate.